Aquél Uruguay de puertas abiertas al vecino, jardines sin rejas, gente trabajando y niños en la escuela, gentiles caballeros que le dejaban el asiento del ómnibus a las damas. Una nación sin racismo, sin feminismo, sin machismo, sin patoterismo y otros “ismos”. Con educación y sin violencia física o verbal, ese Uruguay se perdió para siempre al profundizarse los esquemas de la explotación capitalista "del hombre por el hombre" y de "los animales por el hombre", que caracterizan al capitalismo uruguayo en su fase superior del corporativismo.
Una vez superada la fase “mercantilista” del siglo XIX y XX, en la fase superior entran en contradicciones los intereses del sector financiero, los intereses del gran capital foráneo junto a las corporaciones que ingresan al país bajo la nefasta “Ley de Inversiones”, entra en contradicciones con el sector productivo agropecuario que no dispone de grandes capitales y si de una sufrida mano de obra, que no tiene amoríos con el sistema bancario y financiero, sino más bien que pasa a ser su esclavo, y que no forma parte del festín jurídico y de exoneraciones fiscales que el gobierno "progresista" les otorgó a las empresas multinacionales, gracias a la Ley de Inversiones que atiende a la Inversión Extranjera Directa; y que es motivo de los desvelos de Mister Astori Chigago Boys.
En esas circunstancias, el Presidente Vázquez tuvo la osadía de bajar al llano y se encontró con la horma de un zapato. En esas circunstancias perdió totalmente la compostura y se olvidó de la posición ejecutiva que ocupa. Señor presidente: existe un problema grave que exige sensibilidad social, no es posible que se pueda dialogar o gobernar “al grito” entre los insultos e improperios de las personas afectadas ¡Profundamente lamentable de ambas partes! Qué ejemplo le estamos dando a los jóvenes que hoy tienen 18 años y el año que viene tendrán que elegir que rumbos tomará el país.
Esperamos que estos hechos vergonzosos desde todo punto de vista no se vuelvan a repetir.
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