En estos momentos se está dando un intenso debate en la izquierda uruguaya sobre “los cambios”. Si los cambios van muy despacio o simplemente no se dan. Si es que realmente hay cambios o éstos deberían ser más profundos. Sobre cuestiones estratégicas de cómo se deberían dar, etc, etc.
Sin duda que los cambios que lleven a un mejor nivel de vida para los estratos sociales más bajos, que no han tenido acceso a los beneficios de la bonanza económica son muy necesarios.
No menos importantes también es el cambio climático silencioso que se viene dando en nuestro pequeño territorio, con buena dosis de imprevisibilidad.
El aumento de la temperatura por el efecto invernadero hace que los océanos se calienten, los glaciares se derritan, y el nivel del mar avance hasta amenazar las ciudades costeras y sus poblaciones.
Largas sequias traen consigo incendios forestales, la reducción de los lagos y la desaparición temporal de ríos y arroyos. La sequia registrada en 1999-2000 por ejemplo, según un estudio realizado por la DINAMA, produjo pérdidas por 210 millones de dólares.
En el otro extremo tenemos las copiosas lluvias que producen inundaciones. Las inundaciones de 2001-2002 causaron en Uruguay unos 3 millones de dólares en pérdidas.
Sin contar las pérdidas económicas que estos fenómenos producen, tenemos el desplazamiento forzado de miles de familias que viven y trabajan en los lugares afectados.
Estas familias, en su mayoría de condición muy humilde, se ven expulsadas de sus casas; no por la voluntad de Dios, sino por la voluntad de un sistema social que ha privilegiado el lucro, la ganancia, el despilfarro y la sobre explotación de los recursos naturales.
Las costas se erosionan, los ríos que bajan de las montañas se evaporan, la primavera llega antes, el otoño viene más tarde y las plantas florecen prematuras. Los pájaros anidan más temprano, algunos anfibios desaparecen y los corales se vuelven de color pálido.
No preguntamos: ¿es posible luchar por un sistema social más justo, llámese socialismo o post-capitalismo en el medio de un desierto?. Me refiero a un desierto donde antes hubo una pradera. No.
A pesar de que nuestro Interior profundo se encuentra muy poco poblado, y a pesar de que las nuevas tecnologías traídas por los capitales extranjeros “lo hacen todo”; todavía hay familias que viven de la agricultura familiar,la ganadería intensiva y sus derivados. Son estas familias con menores recursos económicos los que más sufren más el cambio climático.
Cuando viene el desastre, éste no pregunta si el agricultor es de derecha, centro o izquierda. La naturaleza siempre nos devuelve lo que nosotros le damos.
Si bien es cierto que el actual gobierno está tomando medidas para paliar la situación, las medidas para mitigar las causas del cambio climático son inexistentes.
Es muy poco lo que Uruguay puede aportar dado el tamaño de su territorio, pero como miembro del MERCOSUR y de la futura UNASUR, puede exigir mucho más de los otros países miembros y no lo hace.
¿Por qué no lo hace, por incompetencia o por falta de peso político? No lo hace porque la población no se lo exige; de ahí la necesidad de la fundación de un Partido Verde en el Uruguay que luche por cambiar el actual sistema social y a la vez defender la vida, el medioambiente y la ecología.
Si no tomamos conciencia de esto, será muy tarde cuando lo hagamos. No por los que estamos, sino por los que vendrán.
Hoy por hoy, la sociedad uruguaya está muy preocupada con problemas sociales como la drogadicción y la violencia en todas sus formas (violencia doméstica, atentados a la propiedad privada y violencia personal). No son hechos autóctonos ni aislados, lo mismo se repite en mayor escala en otros países, alcanza con mirar a Rio de Janeiro. Son las causas de un sistema que provocó la concentración de la riqueza en ocho países (G8), justamente los países industrializados que más contaminan el planeta y los que más se niegan a firmar los tratados de reducción del CO2.
Sin duda que los cambios que lleven a un mejor nivel de vida para los estratos sociales más bajos, que no han tenido acceso a los beneficios de la bonanza económica son muy necesarios.
No menos importantes también es el cambio climático silencioso que se viene dando en nuestro pequeño territorio, con buena dosis de imprevisibilidad.
El aumento de la temperatura por el efecto invernadero hace que los océanos se calienten, los glaciares se derritan, y el nivel del mar avance hasta amenazar las ciudades costeras y sus poblaciones.
Largas sequias traen consigo incendios forestales, la reducción de los lagos y la desaparición temporal de ríos y arroyos. La sequia registrada en 1999-2000 por ejemplo, según un estudio realizado por la DINAMA, produjo pérdidas por 210 millones de dólares.
En el otro extremo tenemos las copiosas lluvias que producen inundaciones. Las inundaciones de 2001-2002 causaron en Uruguay unos 3 millones de dólares en pérdidas.
Sin contar las pérdidas económicas que estos fenómenos producen, tenemos el desplazamiento forzado de miles de familias que viven y trabajan en los lugares afectados.
Estas familias, en su mayoría de condición muy humilde, se ven expulsadas de sus casas; no por la voluntad de Dios, sino por la voluntad de un sistema social que ha privilegiado el lucro, la ganancia, el despilfarro y la sobre explotación de los recursos naturales.
Las costas se erosionan, los ríos que bajan de las montañas se evaporan, la primavera llega antes, el otoño viene más tarde y las plantas florecen prematuras. Los pájaros anidan más temprano, algunos anfibios desaparecen y los corales se vuelven de color pálido.
No preguntamos: ¿es posible luchar por un sistema social más justo, llámese socialismo o post-capitalismo en el medio de un desierto?. Me refiero a un desierto donde antes hubo una pradera. No.
A pesar de que nuestro Interior profundo se encuentra muy poco poblado, y a pesar de que las nuevas tecnologías traídas por los capitales extranjeros “lo hacen todo”; todavía hay familias que viven de la agricultura familiar,la ganadería intensiva y sus derivados. Son estas familias con menores recursos económicos los que más sufren más el cambio climático.
Cuando viene el desastre, éste no pregunta si el agricultor es de derecha, centro o izquierda. La naturaleza siempre nos devuelve lo que nosotros le damos.
Si bien es cierto que el actual gobierno está tomando medidas para paliar la situación, las medidas para mitigar las causas del cambio climático son inexistentes.
Es muy poco lo que Uruguay puede aportar dado el tamaño de su territorio, pero como miembro del MERCOSUR y de la futura UNASUR, puede exigir mucho más de los otros países miembros y no lo hace.
¿Por qué no lo hace, por incompetencia o por falta de peso político? No lo hace porque la población no se lo exige; de ahí la necesidad de la fundación de un Partido Verde en el Uruguay que luche por cambiar el actual sistema social y a la vez defender la vida, el medioambiente y la ecología.
Si no tomamos conciencia de esto, será muy tarde cuando lo hagamos. No por los que estamos, sino por los que vendrán.
Hoy por hoy, la sociedad uruguaya está muy preocupada con problemas sociales como la drogadicción y la violencia en todas sus formas (violencia doméstica, atentados a la propiedad privada y violencia personal). No son hechos autóctonos ni aislados, lo mismo se repite en mayor escala en otros países, alcanza con mirar a Rio de Janeiro. Son las causas de un sistema que provocó la concentración de la riqueza en ocho países (G8), justamente los países industrializados que más contaminan el planeta y los que más se niegan a firmar los tratados de reducción del CO2.
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