De acuerdo con la Vía Campesina, el movimiento internacional de agricultores familiares y campesinos, “la soberanía alimentaria da prioridad de acceso al mercado a los productores locales. El comercio agrícola liberalizado, que brinda acceso a los mercados sobre la base del poder en el mercado y a bajos, a menudo subsidiados, precios, niega a los productores el acceso a sus propios mercados..” (2002). Lo que la Vía Campesina y otros dicen es que enfrentamos una verdadera confrontación entre modelos económicos en el mundo rural. El contraste entre el modelo dominante, basado en la agroexportaciones, las políticas neoliberales y el libre comercio, versus el modelo de soberanía alimentaria, no podría ser más descarnado.
Donde un modelo ve a los agricultores familiares como un anacronismo ineficiente que debería desaparecer, el otro los ve como la base de las economías locales y del desarrollo económico nacional, tal como lo fueron para el mercado interno que originalmente permitió desarrollar a los actuales poderes económicos de los Estados Unidos, Japón, China y Corea del Sur.
Con respecto al hambre, un modelo ve la estimulación a las exportaciones como la forma de generar las divisas necesarias para importar alimentos baratos que evita que un mayor número de niños muera de hambre. Sus adherentes dicen que los cultivos de exportación también generan empleo. El otro modelo ve la conversión de las tierras, en donde los campesinos producían sus alimentos, a grandes monocultivos para la exportación como la fuerza principal que impulsa el crecimiento del hambre y la miseria en las áreas rurales. Los adherentes a la soberanía alimentaria señalan que la agroexportación en gran escala genera mucho menos empleos que la agricultura familiar , y los generados son trabajos mal pagados y precarios.
Y mientras el modelo dominante se basa en monocultivos a gran escala que requieren de gran cantidad de insumos químicos, y que utilicen semillas genéticamente modificadas (OGMs), el modelo de soberanía alimentaria ve estas prácticas agrícolas industriales como las que destruyen la tierra para las generaciones futuras, y propone una reforma agraria genuina, y una tecnología de producción que combina el conocimiento tradicional con nuevas prácticas basadas en la agroecología.
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Y mientras el modelo dominante se basa en monocultivos a gran escala que requieren de gran cantidad de insumos químicos, y que utilicen semillas genéticamente modificadas (OGMs), el modelo de soberanía alimentaria ve estas prácticas agrícolas industriales como las que destruyen la tierra para las generaciones futuras, y propone una reforma agraria genuina, y una tecnología de producción que combina el conocimiento tradicional con nuevas prácticas basadas en la agroecología.
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